En la actualidad es muy común que las personas de todas las edades utilicen durante gran parte del día teléfonos, equipos de cómputo u otros dispositivos inteligentes, tanto en sus hogares como en centros de trabajo, lugares de entretenimiento, e incluso, al caminar por la calle o ir en carro o transporte público.

Es así como podemos observar que el ser humano ha creado una gran dependencia hacia el ciberespacio, siendo casi esencial en su existencia, ese entorno artificial que se desarrolla mediante herramientas informáticas. Y es que en la vida cotidiana las actividades que realizamos están relacionadas de una u otra manera, con la red cibernética: el banco, las relaciones sociales, la comunicación, el trabajo, la religión, los estudios desde niveles básicos hasta profesionales, el comercio, la diversión, entre muchas más. Pues bien, el ámbito de la salud no podía quedar exento de ello, y no precisamente refiriéndose al conocimiento, sino a la práctica de la medicina de tal forma que cualquier persona puede acceder a ella.

En cierta ocasión, siendo un niño uno de nuestros hijos me dijo: Papá, si no está en internet ¡no existe! Aseveración que pudiera parecer chiste, pero que dadas las circunstancias que vivimos, no dista mucho de la realidad. Es por eso que el día de hoy las personas tienen la tendencia de buscar en este ciberespacio lo que desconoce o aclarar alguna duda o inquietud.

Sin embargo, hagamos énfasis en lo que concierne al tema de la salud. Una situación común en esta área es que con el fin de ahorrarse dinero, de no tener que pasar largas horas de espera o por el simple hecho de resolver por sí mismos, los paciente tienden a ser su propio médico y dar pronta solución a su malestar físico, sin importar los riesgos a los que se exponen. En este sentido, es preciso recordar que en nuestro país existe una libre venta de casi todos los medicamentos, por lo que la automedicación es de fácil acceso, pero en vez de resultar benéfica puede resultar contraproducente al enmascarar o complicar cuadros patológicos graves o los sencillos, complicarlos, al no realizarse la valoración adecuada de la enfermedad y sólo tratar de eliminar las molestias para estar bien lo antes posible.

Un médico tiene un promedio de 7 a 12 años de formación académica, además de un proceso de educación médica continua a lo largo de su ejercicio profesional (eso es lo ideal) para poder tratar patologías que van desde una simple gripe hasta padecimientos que pongan en peligro la vida. De tal manera, que una persona sin preparación académica en el ámbito médico que decide solucionar un problema de salud a través del internet, empieza a buscar en la red el diagnóstico a los síntomas que presenta, puede encontrarse con un sinfín de patologías entre las cuales tiene que determinar la que da respuesta a su sintomatología, como si se tratara de una fórmula matemática donde no hay error. Cabe resaltar que diagnosticar una enfermedad de esta manera trae como consecuencias que en vez de obtener sanación se presenten complicaciones que la prolonguen, así como debilitar aún más la salud hasta llevar a la muerte, o bien, pensar que la situación es más grave de lo que en realidad es y caer en un estado emocional de pánico que haga tomar decisiones terapéuticas erróneas.

A lo largo de mi preparación profesional muchos cursos inician diciendo que ante una situación de peligro o riesgo, lo primero que se debe hacer es conservar la calma y analizar todas las causas, circunstancias, posibilidades y riesgos que están entorno a la misma y afectan la salud de la persona. Resulta obvio que cuando se busca síntomas o enfermedades en la red, esta calma y objetividad del médico, es imposible de mantener. Por el contrario, puede generar angustia en los pacientes, misma que los lleva a tomar decisiones precipitadas o peor aún, caer en manos de mercenarios de la medicina (que tristemente sí existen), los cuales se aprovechan de este estado de angustia y desesperación y hacen del paciente un botín.

La búsqueda de síntomas o enfermedades en el internet es un arma de doble filo, ya que por un lado te permite identificar situaciones que ameriten una atención inmediata, pero también pueden generar ansiedad que provoquen tomar decisiones equivocadas.

Por otro lado, la tecnología ha permitido a los pacientes un contacto más fácil e inmediato con sus médicos. Sin embargo, existen casos en los cuales los pacientes abusan de esto o peor aún, quieren consultar de forma virtual con su médico.
¿Por qué no se debe consultar vía telefónica, mensajes de texto o a través de alguna red social? ¿Acaso será porque el médico no puede cobrar y perder así su estipendio al dar una consulta de este modo? ¿El médico es tan arrogante y poco le interesa la situación de su paciente?

Imagina el siguiente caso: Un paciente escribe por mensaje de texto al médico: Doctor, mi esposa tiene muchos vómitos ¿Qué le puedo dar? El doctor responde: Dele una tableta de difenidol cada 8 hrs y suero oral. ¿Esto fue correcto? ¡Por supuesto que no! No se debe hacer esto y la explicación es la siguiente: Los vómitos no son una enfermedad, son el síntoma de muchas enfermedades como pueden ser gastroenteritis, gastritis, pancreatitis, obstrucciones intestinales, tumores, intoxicaciones por algún tipo de sustancia, dengue, rotavirus, embarazo, en fin, la lista es interminable. Por tal motivo, el recetar sin revisar al paciente, su edad, condición física (con signos y síntomas), antecedentes patológicos, antecedentes no patológicos, hábitos alimenticios, adicciones, antecedentes laborales, medicamentos previamente administrados, y otras muchas circunstancias, hace imposible e incluso rayando en lo irresponsable, dar un tratamiento correcto a través de un mensaje de texto.

Como se puede observar, emitir un diagnóstico no es una cosa sencilla, aunque a los ojos del paciente así lo parezca. Todo acto médico puede generar una consecuencia de tipo legal, pero además, hacer un diagnóstico adecuado implica salvar una vida o por el contrario, ponerla en riesgo.

Mención especial merecen los pacientes en extremos de vida (niños y ancianos), ya que el revisarlos de forma presencial es un verdadero reto para el médico al momento de emitir un juicio diagnóstico, por lo tanto, se es más susceptible de errores al hacerlo de forma virtual.

Por todo lo anterior, tú como paciente no te debes enojar cuando tu médico se niega a recetarte algo por teléfono, mensajes de texto o redes sociales. Es válido preguntar qué hacer, pero lo más importante es que los pacientes sean revisados como debe ser: en un consultorio.

Con respecto a esto último (y saliendo del tema), evita en una reunión y sobre todo cuando acabas de conocer al médico, el intentar consultar sobre alguna situación de salud que adolezcas. Recuerda que hay un momento y lugar para todos y es sumamente desagradable para nosotros los médicos que nos estén haciendo consultas médicas fuera de nuestros consultorios. También cabe destacar las clásicas consultas de pasillo (consultas que se hacen en los centros hospitalarios de forma rápida y fuera del consultorio), pues por situaciones de tipo legal no se deben realizar, debido a que es importante dejar constancia en expediente de todo acto médico realizado.

En síntesis, es bueno saber sobre salud y el ciberespacio es un medio de fácil acceso en la actualidad. Sin embargo, no se debe abusar del él y mucho menos jugar al doctor.

Confía en tu médico. Él se ha preparado por largos años para cuidar tu salud. El Dr. Google o la Dra. Wikipedia pueden ser de ayuda, pero no lo más acertado.

Deja tu salud al cuidado de los profesionales.

Dr. Carlos P. Baquedano Villegas
Especialista en Medicina Familiar

Cancún, Q. Roo, México. Agosto del 2019

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